Donde hay floración, hay marchitez; donde hay verdor, hay amarillez. El deseo y la renuncia siempre han sido así, el paso de los años siempre trae cambios; en el mundo siempre habrá esplendor efímero. En esta vida, uno puede experimentar la adversidad del viento, la escarcha, la nieve y la lluvia, o lamentar haber perdido hermosos momentos, o soñar despierto bajo la luna y las flores, o meditar en silencio al amanecer y al atardecer. Desde el balcón, disfrutar la luna con indiferencia hacia la opulencia del mundo; escuchar la lluvia junto a la ventana, sintiendo que el tiempo no pasa. Incluso con un poco de vino, se puede reflejar la luz de la luna, y con una taza de té, se puede dejar atrás los pensamientos. Solo aquel que ha experimentado mil cambios puede sentarse solo como un loto, componer poesía con la brisa, y hablar de la meditación en el tiempo, dejando que la vida fluya mientras el corazón permanece tranquilo y en paz.
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Tranquilo y pacífico
Donde hay floración, hay marchitez; donde hay verdor, hay amarillez. El deseo y la renuncia siempre han sido así, el paso de los años siempre trae cambios; en el mundo siempre habrá esplendor efímero. En esta vida, uno puede experimentar la adversidad del viento, la escarcha, la nieve y la lluvia, o lamentar haber perdido hermosos momentos, o soñar despierto bajo la luna y las flores, o meditar en silencio al amanecer y al atardecer. Desde el balcón, disfrutar la luna con indiferencia hacia la opulencia del mundo; escuchar la lluvia junto a la ventana, sintiendo que el tiempo no pasa. Incluso con un poco de vino, se puede reflejar la luz de la luna, y con una taza de té, se puede dejar atrás los pensamientos. Solo aquel que ha experimentado mil cambios puede sentarse solo como un loto, componer poesía con la brisa, y hablar de la meditación en el tiempo, dejando que la vida fluya mientras el corazón permanece tranquilo y en paz.